Add parallel Print Page Options

Tus mejillas son como dos mitades de granadas tras el velo. Pueden ser sesenta las reinas y ochenta las princesas, así como incontables vírgenes a mi disposición. Pero tú, paloma mía, eres la única entre todas. La hija consentida de su madre. Encantadas quedaron las mujeres de Jerusalén al verte, y hasta las reinas y princesas te alaban.

Read full chapter